Un arquitecto recibe el encargo de reformar una pocilga ruinosa en un pueblo castellano para convertirla en una pequeña sala de reunión familiar. Susana, la guardesa de la finca, ejecutará el trabajo sola y con la única ayuda de unas instrucciones que el técnico, que no pisará la obra hasta que esté terminada, le hará llegar por chat. A medida que el proyecto se materializa, Susana y Manuel comparten un viaje, pero con sentidos diferentes: ella se hace constructora y él abandona una Academia en la que no se enseña a construir.