Paul Klee y Ludwig Mies van der Rohe, dos grandes creadores del siglo XX vinculados por los acontecimientos compartidos en la Bauhaus, mantuvieron una relación que iba mucho más allá de una simple proximidad intelectual o cultural. Artista y arquitecto, lúcidos intérpretes de su tiempo -«implacables», según Benjamin- en sus respectivas disciplinas, participaron en una etapa en la que las artes redefinieron sus estatutos, influyéndose mutuamente.