La arquitectura nace para resolver el problema de un techo, de algo pesado y significante que acompaña y hace posible la experiencia humana desde tiempos remotos. Puede que el suelo sea el más antiguo elemento arquitectónico, pero el techo, por la dificultad que supone su construcción y por el significado que impone su permanencia, exige una invención que va más allá de la técnica.