El tercer volumen del Código Ético de la Edificación gira en torno a la figura del perito, pero no al que comúnmente se considera como tal sino a uno, un nuevo perito y un nuevo técnico, que, con una metodología y sistemática verdaderamente periciales, trabaja en niveles a los que el perito común no alcanza, pero apoyado precisamente en él, como si este profesional hubiese evolucionado y se hubiese superado, pasando de ser reparador de edificios y obras arquitectónicas, a ser reparador de la profesión y el arte de la arquitectura.