En su discurso y en sus prácticas el joven Reclus nos invita una y otra vez a contemplar la naturaleza que rodea la ciudad y penetra en sus casas, a mirar desde nuestras calles la vegetacioón, el agua, las montañas y el cielo que mos envuelven. A no perder nunca de vista la naturaleza, ni en más oscuros rincones urbanos.Por que la naturaleza misma embellece la ciudad, es fuente de nuestro sustento y escuela de humanidad libre.