A bordo de un barco y costeando las Islas Eolias, Catherine Millot se enfrenta a un paisaje solitario: a bellos islotes aislados del continente, a un mar quieto bajo el calor mediterráneo. La proximidad de esa soledad vuelta geografía despierta en ella una reflexión acerca de lo que conlleva estar sola: por una parte, la angustia sin fondo que amenaza con aniquilarla, por otra, la oportunidad de apartarse de la sociedad para perderse en la contemplación pura de la existencia.