Jordi Esteva recorre los antiguos puertos de Arabia y de la costa africana del Índico en busca de la memoria de los marinos y mercaderes árabes que, con sus veleros impulsados por los monzones, comerciaban con especias, sedas, marfil, piedras preciosas, y tambien esclavos, siguiendo rutas que apenas han variado desde los tiempos de Simbad. A la manera de los viajeros de antaño, obtiene cartas de presentación que lo llevan, de nahoda en nahoda, los capitanes de los veleros árabes, a gozar de la hospitalidad de veteranos navegantes.