Ivar, el único habitante de una remota isla escocesa, vive desde hace décadas en pacífico aislamiento acompañado de unos pocos animales. Hasta que un día de 1843 se encuentra a un hombre inconsciente en la playa. El recién llegado es John Ferguson, joven presbítero enviado por el dueño de la isla para desahuciar a Ivar y poder convertir la zona en terreno de pastoreo. Ajeno a las intenciones del desconocido, Ivar lo lleva a su casa y, pese a que no hablan el mismo idioma, un frágil vínculo empieza a nacer entre ellos.