Dar vida al croquis. Hay una magia propia de la arquitectura. Comienza con una idea que apenas roza el papel, un trazo intuitivo, un croquis que parece más emoción que forma. Sin embargo, detrás de esa aparente espontaneidad hay una capacidad extraordinaria, casi alquímica, que distingue a las y los arquitectos: transformar líneas en espacios habitables, traducir visiones en materia, convertir imaginación en realidad.