El corazón de las tinieblas, publicado en 1902, trasciende la circunstancia histórica y social para convertirse en una exploración de las raíces de lo humano, esas catacumbas del ser donde anida una vocación de irracionalidad destructiva que el progreso y la civilización consiguen atenuar pero nunca erradicar del todo.Quizá la mejor introducción a El corazón de las tinieblas sea el escueto comentario que el propio Conrad hizo tras su viaje al Congo en 1890: Antes del Congo yo era un solo un simple animal.