En aquella España gris y censurada, ellos dirigían fábricas, hacían viajes de negocios y hablaban de música o economía, mientras ellas planchaban, hacían la compra o perseguían niños por el pasillo con una cuchara en la mano. Una realidad en la que, a menudo, la lectura se convertía en el único refugio (solo en ella podían vivirse otros mundos posibles). Una adolescencia y un texto, este libro, marcados por el choque entre lo vivido y lo leído.