En los numerosos viajes que Francesc Català-Roca realizó por todo el país, captó con su cámara retazos de una España atrasada y preindustrial -paisajes modelados por el ser humano y construcciones para él mismo, para sus cultivos, sus labores y sus animales- y, más adelante en su carrera, también registró cómo la modernización del país introducía sus propias huellas en el paisaje con chiringuitos y campings, zonas de recreo y de ocio.