La silla catalana de seis patas o silla de nodriza parece tener su origen a finales del s. XIX, como variante de las populares sillas de enea. Esta silla tiene el asiento más bajo de lo habitual y ligeramente inclinado, es ideal como sillón de descanso, ya que permite reclinarse sin forzar la estructura ni jugar con el equilibrio. Su ligereza la hace fácil de transportar. Construida artesanalmente por uno de los últimos sillidores de Valencia, con madera de chopo en crudo y enloquecido. Reedición. Medidas 69x47x86 cm.