Desde hace tres décadas casi todo lo que se pretende políticamente correcto emana del desarrollo sustentable. Esta popularidad denota que la crisis socio-ecológica se ha agravado y que la mayoría de las acciones en busca de tal desarrollo han fracasado. Los remedios cosméticos no sirven. Para impedir la catástrofe a la que se encamina la humanidad se requiere un cambio radical en nuestras formas de pensar, sentir y actuar.