La arquitectura ya no puede limitarse al arte de hacer edificios, también debe inventar la política de deshacerlos. Jill Stoner aborda a lo largo de estas páginas la construcción de una arquitectónica menor, una forma de operar (en) el espacio que nos rodea. Frente a las ruinas de un paisaje lleno de construcciones en desuso y centros comerciales, modelados por arquitectos heroicos, nos propone adquirir la mirada afilada de un hacker, periodista o manitas. Es decir, devenir arquitectos menores.